Si alguna vez me preguntaran cuál es mi mejor foto, no sabría que decir, pero seguramente, ésta estaría entre las mejores.
Resulta raro tener que hablar sobre las fotos de uno. Hay veces que no sabes bien porque haces una foto aunque siempre vas detrás de algo. Algo que haga especial lo que haces.
A veces es una mirada, una luz o el ambiente que quieres crear. Algunas veces está sucediendo algo delante de ti que ya, por sí mismo, justifica la foto. Formas, colores o la gente que pasa delante de ti. Todo eso y mucho más puede hacer que una foto merezca la pena.
Pero lo que realmente le pides a una foto para que se convierta en la mejor, depende mucho de lo que pueda significar para ti la fotografía y todo lo que ésta pueda hacer por ti.
Darte la vida aunque te robe el tiempo.
Hacerte feliz e infeliz.
Hacer que conozcas un poco mejor lo que te rodea.
Meterte en la piel del otro y comprenderlo.
Detenerte en ese gesto, en esa sombra o en el destello brillante que te ciega por un instante.
Para mí, lo que le pido a una buena foto es que me cuente cosas que no había oído antes, cosas que me emocionen, me cautiven y me atrapen.
Decía Avedon que los retratos que hacemos hablan mucho más de nosotros mismos que de la persona que tenemos delante, porque somos nosotros quiénes buscamos en el otro algo que reconocemos como nuestro, como si nos buscáramos a nosotros mismos. Anhelamos encontrarnos aunque sea en la mirada de otro. Y es eso mismo lo que le pido a una buena foto, que me ayude a comprender lo que no entiendo y que me cuente cosas sobre de mí y de mi vida.
Hay veces que, al ver algunas de mis fotos en La Cámara Roja, me pregunto: “¿porque narices habré hecho está? y ¿ésta otra?”. A veces no tengo una respuesta clara, pero lo que si sé es que así voy construyendo un relato que no es sino ese mapa que me acompaña y que traza mi vida y de las personas que me rodean.
Aunque en esta foto solo aparece una niña subida a una barca llamada ilusión, es especial porque esa niña me recuerda a mí.
Me gusta que nos dé la espalda y me gusta que no sabemos ni lo que mira y mucho menos lo que piensa. Me intriga y eso es lo que quiero de la foto.
Pero aparte de todo eso, esta foto forma parte de mí.
De mi mapa personal.
De mí trazo por la vida.
Esta foto es la foto de mi hija hace 10 años.
Mirando más allá de lo que vemos.
Felicidades Lucía
Amor, humor y respeto