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Cuando una persona deposita en ti su confianza es como si te diera las llaves de su casa. Se acerca a ti y te dice, haz lo que quieras. Me gustaría que fueras libre para crear lo que quieras.
Esa fue la premisa con la que se acercaron Jose y Eva de Sabotaje Teatro para pedirme que colaborara en su proyecto escénico Was Soll Ich Tun?, traducido del alemán por “¿y ahora qué debo hacer?“
Cuando le pregunté a Jose (Jose Antonio Fuentes, foto arriba) qué significa su obra me contesto con una palabra: DESOLACIÓN. Yo podría añadir que su obra es IMPLACABLE. La desolación es implacable. Es como quitarnos el sol y la luz que nos hace brillar. Sin sol no tenemos nada. No plantas, no vida. Piensa en un campo desolado. Un campo de batalla tras la batalla. No hay nada. Como en la famosa fotografía de Roger Fenton. Solo muertos y restos de proyectiles, aunque en la imagen retiraran previamente los cadáveres para no herir sensibilidades.
La desolación nos hace estériles por condición y nos condena a la agonía. A una lenta y juguetona agonía, como el ratón que da vueltas en su jaula y en cada vuelta se hace más viejo pero más hábil. Hábil para soportar la agonía.
Hoy he tenido la suerte de presenciar ese amor y esa desolación de la que me hablaron Jose y Eva. Una creación implacable, una puesta escena de emoción y rabia. Un canto a la condición humana. Sin alardes ni parafernalia escénica, tan sólo la experiencia desgarradora del otro, del que no se ve, del que casi nunca tiene voz, de los que vienen a quitarnos el trabajo y a nuestros maridos, la voz de los moros, de las sudacas, de los negros y negras de ahora o de nuestras abuelas jornaleras, con verdades sufridas día a día. Was Soll Ich Tun? podría ser un ajuste de cuentas, pero no lo es, no porque falten las fuerzas ni los motivos, sino porque el enemigo es demasiado grande e invisible. Está en nosotros mismos.
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